True blog waits.

Malpagado, malhablado y malquerido.

miércoles, noviembre 01, 2006

¿Y donde quedo el país?


Ya no creo en nada, ya no creo en nadie, ya no se de que lado estamos, ya no se donde quedaron los principios en los que creí alguna vez (ni me interesa saber). Unos dicen que están bien, los otros también, si me preguntan, ninguno lo está, tampoco mal del todo. Tomar partidos, ver blanco o negro, eso no es lo mió, hay un punto medio, y hay que conciliar, pero los medios mienten, están en todos lados, y a pesar de buscar, investigar, tener alternativas, es abrumante, de repente ya no se en que creer, que pensar.Las normas que rigen mi particular existencia no están en entredicho, eso en lo que creo, lo que siento correcto, lo que en la sociedad particularmente de este país no encaja, ni de un bando ni de otro, esas creencias, pensamientos y sentimientos que me identifican como individuo siguen intactas.

No queda más que observar desde una trinchera alejada en una esquina, relegado, distante y ajeno a las cosas que veo, ajeno a esas ideas en las que no creo, con las que yo no comulgo, no concuerdo ni me identifico. Que no son mías. Situaciones ajenas a mi persona, acciones que observo atónito e incrédulo (a pesar de ya estar un tanto acostumbrado) que a veces corrompida por las voces y las lenguas en cada medio y cada esquina de este “mi” país me hacen caer en la trampa de indulgencia al mentiroso, al tirano o al ladrón, o creer en las charadas jugadas por los susodichos medios de comunicación “nacionales”, amenazando, insultando, menospreciando la inteligencia de cada mexicano que lo permite, que lo permitimos. Los que no quieren ver, que se niegan a escuchar.

Me tallo los ojos y sacudo mi cabeza para darme cuenta que por un momento caía en el juego malicioso de quienes buscan controlar el poder, quienes dicen tener la información. Información es poder, y su poder, tal cual como su información no son mas que una mentira, información deshechable proporcionada por un grupo de poder de plástico que por momento logra con este, controlar a un pueblo endeble, desidioso, cansado, humillado y engañado por décadas. Lo permiten, lo permitimos, quienes con los ojos entreabiertos comenzamos a ver un panorama desolador, que da miedo, miedo de verdad, al futuro incierto. Muchos a raíz del temor provocado pensamos en dormir de nuevo, placidos en la comodidad de la ignorancia, la ciega confianza a una mentira que vivimos día con día, desde que nacimos, con la que aprendimos a crecer, con la que nos “educaron”, que convivimos, con la que nos hacemos a la idea, a pesar de tener en cada esquina un esbozo de la verdadera y cruda realidad. Pero no es natural, no es nuestra, somos ajenos a esa mentira y una vez despiertos, una vez conscientes, jamás, jamás podremos dormir en paz de nuevo.

A manera de pesadilla o de sueño kafkiano, surreal, lo veremos, lo sabremos y de ello no podremos escapar jamás. Se llama realidad.

Me da miedo, ya no por la muerte, la violencia, la división, el rencor y odio generados, la sangre derramada o el alarido de la injusticia social que merece ser atendida, me da miedo la responsabilidad, la de alguien que al conocer, por lo menos parte de esta verdad, tiene para con los demás el deber de hacer algo. Pequeño, pero significativo, algo que ayude a generar ese cambio que todos necesitamos, que merecemos. A unos el miedo los hace escapar, lejos de aquí para olvidar la pesadilla, sin saber que los acompañara por siempre, tal vez no. A otros dormir de nuevo y tratar de aprender a vivir con sus pesadillas por lo que les restara de vida. Otros enloquecen, se retraen, intentan ignorar o se unen a la mentira, al no poder vencerla.
¿Qué me hará a mí?

Me quitaron lo mío, este país que tanto amo ya no es mío, tal vez nunca lo fue y a pesar de ello aun lo quiero. Al que me debo y que representa todo en lo que creo y siento, en el que vivo y me desarrollo, pienso y forjo mi vida adulta, o por lo menos eso intento, ese no es este… no es este que dicen los “comunicadores”, el que esta en postales bonitas, estilizadas para los turistas, este que en las noticias aparece mutilado con trucos de edición, el que los “artistas” dicen que es en programas de chismes. El que el encargado de regirlo dice que esta en supuesto desarrollo.
El mío no es azul ni amarillo, no esta a la izquierda o a la derecha, no es el de un tal Calderón, ni el del tal López Obrador, y por más que busco no lo encuentro.

En el suelo y la patria donde crecí, a la que me arraigue, de la que surgieron las personas que amo, los valores que hoy poseo y las ideas que me hacen individuo no esta, desapareció, o tal vez nunca existió.

No es nacionalismo estupido, gratuito, es coraje contra quienes me quitaron el derecho de amar la tierra donde he nacido, hoy en día que difícil es querer mi ciudad, que difícil es, y a pesar de todo sigue siendo así. No es su culpa, no es la culpa de las calles, de los edificios, de las montañas, los pocos lagos o ríos que le quedan. No es culpa de los árboles o lo animales que lo habitan, no. Tampoco de todas las personas que habitamos en el, o compatriotas que les llaman, no es de todos la culpa, es de unos cuantos (aunque también cumplimos nuestra cuota de culpa al permitirlo), y así de impensable como es que por unos cuantos paguemos la mayoría, es así, en el país donde todo puede suceder, en el país que las noticias parecen salidas de un capitulo de los Simpson, aquí donde vivo y veo a lo que llego un conflicto iniciado por una petición de aumento de 250 pesos a la semana para los maestros, en lo que ha degradado, aquí donde veo lo que ocasiona el hartazgo y desesperación, la pobreza extrema y riqueza falsa, la mentira descarada y la injusticia ignorada, donde el oficinista tiene prioridad y el artista no es mas que un mero ganapán, donde la educación es deficiente y los que gobiernan supuestamente para bien de la mal-llamada sociedad aprovechan la ignorancia del pueblo a que debían servir para controlarlo. Aquí donde vivo… No es mi país.