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Siento que conforme pasan los años me vuelvo una persona cada vez más difícil. Al mismo tiempo todo me resulta peligrosamente fácil.

No importa cuan fuerte seas o te creas, siempre habrá algo a lo que seas vulnerable.
La vulnerabilidad a su vez nunca debe convertirse en un obstáculo.

En mi relaciones (en general) la mayor parte del tiempo termino cumpliendo el rol de catalizador. Me queda proponer, en función –claro– de cosas que en principio a mi me gusta hacer, con personas afines, lo mas posible, para que así fluya fácil.
Para que esto funcione necesito un cómplice, alguien, empezando por una persona con quien compartir situaciones. A veces se suman más, igual a veces nadie.
Funciona diferente con todos: con alguien esto, con otra aquello y así, me veo en la necesidad de ir proponiendo cosas distintas y adaptándome, no me molesta ni mucho menos, pero a veces extraño aquellos cómplices constantes dispuestos eternamente a lo que venga, con energías para todo, en cualquier momento igual que aveces quisiera ser mas al que le proponen y no el que propone, por un vez.

Eran otros tiempos

Al Tiki de la Maldita (Vecindad) se le rompían tres cuerdas de la guitarra y Laureana Toledo lo consideraba "místico", lo cuenta ella en el texto acerca de los 20 años de El Circo en la revista Frente.

A mi se me rompían las cuerdas y los otros tres pendejos me carrereaban y se burlaban a media tocada en el patio de una cuasi-vecindad.

Eran otros tiempos.

Semi-siniestro.

Aún a veces quiero pensar que el hecho de que soy diestro para todo, excepto para tomar una pluma en mi mano significa algo... algo especial. Algo más allá del simple hecho que fui muy necio en escribir con la izquierda de niño y demasiado flojo como para aprender a ser ambidiestro.
Ni zurdo ni derecho, vivo en el limbo de mis extremidades.

Burger boy.

Hace un par de días así de golpe me asalto bien fuerte un recuerdo de la infancia.
De la nada me empece a acordar del burger boy. Según yo estaba por la roma, sobre insurgentes o cerca, mi vago recuerdo me remite a la avenida. Me vino de sopetón el recuerdo de aquella sensación, del ambiente, de la decoración blanco y naranja, las envolturas amarillas y los vasos de refresco. Me acuerdo que me gustaba mucho ir, que me gustaban mucho sus hamburguesas. Algo similar me pasaba con las pizzas del Helen's, pero bueno, eso es harina de otro costal.
Me llevaba mi mamá, no recuerdo nunca a mi padre en esa ecuación. Pasabamos de regreso cuando íbamos para el centro o para Balmis tal vez.
A la fecha no se si el sabor de las chaparritas en comparación a aquel entonces realmente cambió, o fue más bien mi percepción la que lo hizo.
Pues en fin, busque en Internet y me encontré esta foto que creo que es de aquel burger boy, aunque no es seguro.