Cronicicleta. 14
Me iba a quejar de cuando los automovilistas mala leche me cierran el paso (más a detalle) pero ¿pa' que?, igual acabo pasándolos.
Malpagado, malhablado y malquerido.
Me iba a quejar de cuando los automovilistas mala leche me cierran el paso (más a detalle) pero ¿pa' que?, igual acabo pasándolos.
...Las piernas me arden. En mi muslos –ahora gigantes– corre ácido de batería*. La espina dorsal a punto de partirseme en dos, me implora piedad. Sudo sangre y lloro; porque mis ojos no sirven como deben, pero al mismo tiempo de felicidad, porque llegue al tope de la colina, otra vez.
De repente me da la impresión de que uno pasara toda la vida tratando de resolver sus pedos, sin éxito, y que de eso trata todo realmente.
Ni sus motores, ni sus caballos de fuerza pueden impedir que por momentos, en ciertas circunstancias, avance junto a ellos, me les adelante, los deje atrás, aunque sea por solo unos momentos; Se desconciertan enormemente, como si en sus mentes no hubiera lugar para dicha eventualidad, hasta ese momento que lo ven suceder frente a sus ojos. Entonces intentan rechazarlo, se habrán de decir que es solo casualidad; rugen y aceleran, como quien rechaza su realidad, pero ya resulta imposible, porque sucedió, es verdad, les guste o no.