Cronicicleta. 24
Malpagado, malhablado y malquerido.
Hoy en la mañana un pendejo si me aventó lamina culero, todo el coche por el costado izquierdo, en la bajada de la salle de bulevares. No supe que pedo ¿No le gusto que me le adelantara? pase bien entre el y una camioneta en un tope –si cerrado, con poco espacio, pero bien, ni lo roce– lo único que tenía que hacer era esperar 2 segundos a que pasara y no volvía a saber de mi, pero no, me alcanzo y me aventó el auto, orillándome a chocar con los autos estacionados del otro costado. Me saco de mis casillas, todavía mantuve el equilibrio y lo mire directo a través de su vidrio lateral del copiloto, le grite un ¡chinga tu madre cabrón! todavía de que lo rebase me espere un poco, me puse frente a el, voltee y le pinte dedo. Tuve ganas de bajarme, de esperarlo, de partirnos la madre; pero no, me fui, estaba ya a dos calles del trabajo. Ojalá nunca alguien como el (todos lo que son como el) experimente la impotencia y vulnerabilidad de una situación como esa, dudo que fuera capaz de manejarlo, para empezar no es capaz de entenderlo.
La gente que nos caga, que nos ha lastimado, que detestamos o reprobamos, antes de ser gordos, negros, blancos, judíos, japoneses, homosexuales, católicos, hombres, budistas, políticos, carniceros, mujeres o automovilistas, etc, etc, etc. Son personas, igual que uno, primodialmente, todo lo demás debería resultar totalmente irrelevante. Antes que cualquier cosas somos humanos, eso es lo único que nos define.
En lo personal, yo uso el menor espacio que puedo en la calle o avenida, para que los automovilistas no me avienten lamina básicamente; aún así se empeñan en querer que ocupe todavía menos espacio del poco que queda, aún cuando ellos tengan bastante de sobra. Ahí si se van a la verga.
Me da la impresión que el ejercicio mental de anticipar una salida alternativa, a velocidad y a pocos segundos de un posible choque equivale en cierto modo a los cálculos mentales del prof. Virgilio en clase de matemáticas de secundaría en el Reina. Agilidad mental. En este caso ya no van de por medio mis calificaciones, si no mi integridad física.
El mecanismo de frenos de varilla es extremadamente frágil, demasiado para las calles de Ciudad Satélite, para mi.